Las palabras son mucho más que simples sonidos o líneas en un papel, son el reflejo de nuestras ideas y sentimientos. Las palabras las aprendemos por imitación, una silla lleva el nombre de silla porque así nos lo enseñaron. Cada objeto tiene un nombre y ese nombre nos remite a una idea. Entonces miremos hacia atrás, a los años de entreguerras y veamos a los pequeños niños alemanes escuchando a sus padres decir ‘ladrón’ cuando se referían a un judío. O en la actualidad cuando los judíos les inculcan la palabra ‘terrorista’ cuando ven un musulmán.
“El lenguaje es más que sangre”, escribió el filósofo alemán Franz Rosenzweig. Y esta idea es lo que llevó al filólogo judío Víctor Klemperer a escribir su libro LTI La lengua del Tercer Reich, Apuntes de un filólogo (Ed. Minúscula, 2001).
Desde el momento de la ascensión al poder del partido Nazi, con Adolf Hitler a la cabeza, Klemperer aguzó el oído y leyó con voracidad aquellos libros que le permitían, la gran mayoría cargados de lo que él denominó LTI (Lingua Tertii Imperii). El filólogo se dio cuenta que era a través de la manipulación de las palabras como Hitler, y en especial su Ministro de Propaganda Goebbels, lograron convencer a todo un país de ser el centro del mundo y de llevarlos a una guerra para confirmarlo, al mismo tiempo que alimentaban un antisemitismo que hasta el día de hoy otros pueblos siguen pagando.
Klemperer nos muestra a través de anécdotas, pasajes y lecturas las palabras más mencionadas por el Tercer Reich (y por el pueblo que las repetía sin reflexionar sobre las mismas) como heroísmo, fanatismo, eterno, séquito, clan, entre muchas otras unidas a diversas ideas que fueron conformando la teoría (y la práctica) del nazismo.
Pero el autor no sólo se detiene en las palabras. Sino que también destaca la pobreza de ideas, las entonaciones irónicas o comúnmente cursis de sus discursos. Analiza el lenguaje corporal de Hitler, así como su tono de voz y, por supuesto, la multitud de prejuicios de Mi lucha y que llevó a la vida diaria de Alemania.
El gran valor del libro de Klemperer está en su rabiosa actualidad. Porque durante su lectura nos encontramos con que algunas palabras han sobrevivido según la idea de los nazis (Klemperer demuestra cómo el Sionismo ha utilizado muchas de ellas para justificar el Estado Judío). Pero peor aún es darnos cuenta que existen nuevos Goebbels que inyectan sus términos a la sociedad para su uso común. ¿Cuántas veces podemos escuchar en la calle palabras como liderazgo, triunfo, éxito, perdedor (o su anglicismo looser), crisis, terrorismo, utilidad?
Víctor Klemperer sobrevivió al Holocausto gracias a los mismos prejuicios de sus enemigos. Estaba casado con una mujer alemana (como él) considerada por los nazis como ‘aria’. Por este motivo LTI fue dedicado a ella. Transcribo las palabras de dicha dedicatoria, pues demuestran el amor, la inteligencia y la valentía que el autor imprimió a su obra:
A mi esposa Eve Klemperer
Hace veinte años, querida Eva, te escribí ante la dedicatoria de una colección de ensayos que no podía hablarse de dedicatoria en el sentido de un regalo mío para ti, por ser tú la copropietaria de mis libros, fruto todos ellos de una comunidad espiritual de bienes. Sigue siendo así hasta el día de hoy. En este caso, sin embargo, la situación es algo diferente que en mis publicaciones anteriores; esta vez tengo mucho menos derecho a dedicarte nada y estoy, al mismo tiempo, incomparablemente más obligado a hacerlo que en aquella época de paz en que nos dedicábamos a la filología, pues sin ti este libro hoy no existiría, como tampoco existiría hace tiempo su autor. Se necesitarían muchísimas e íntimas páginas para explicar los pormenores. Recibe, en cambio, la reflexión general del filólogo y pedagogo escrita en las páginas iniciales de estos apuntes. Tú sabes, y hasta un ciego debería percibirlo con su bastón, en quién pienso cuando hablo de heroísmo.
Dresde, Navidad de 1946
Víctor Klemperer
“El lenguaje es más que sangre”, escribió el filósofo alemán Franz Rosenzweig. Y esta idea es lo que llevó al filólogo judío Víctor Klemperer a escribir su libro LTI La lengua del Tercer Reich, Apuntes de un filólogo (Ed. Minúscula, 2001).
Desde el momento de la ascensión al poder del partido Nazi, con Adolf Hitler a la cabeza, Klemperer aguzó el oído y leyó con voracidad aquellos libros que le permitían, la gran mayoría cargados de lo que él denominó LTI (Lingua Tertii Imperii). El filólogo se dio cuenta que era a través de la manipulación de las palabras como Hitler, y en especial su Ministro de Propaganda Goebbels, lograron convencer a todo un país de ser el centro del mundo y de llevarlos a una guerra para confirmarlo, al mismo tiempo que alimentaban un antisemitismo que hasta el día de hoy otros pueblos siguen pagando.
Klemperer nos muestra a través de anécdotas, pasajes y lecturas las palabras más mencionadas por el Tercer Reich (y por el pueblo que las repetía sin reflexionar sobre las mismas) como heroísmo, fanatismo, eterno, séquito, clan, entre muchas otras unidas a diversas ideas que fueron conformando la teoría (y la práctica) del nazismo.
Pero el autor no sólo se detiene en las palabras. Sino que también destaca la pobreza de ideas, las entonaciones irónicas o comúnmente cursis de sus discursos. Analiza el lenguaje corporal de Hitler, así como su tono de voz y, por supuesto, la multitud de prejuicios de Mi lucha y que llevó a la vida diaria de Alemania.
El gran valor del libro de Klemperer está en su rabiosa actualidad. Porque durante su lectura nos encontramos con que algunas palabras han sobrevivido según la idea de los nazis (Klemperer demuestra cómo el Sionismo ha utilizado muchas de ellas para justificar el Estado Judío). Pero peor aún es darnos cuenta que existen nuevos Goebbels que inyectan sus términos a la sociedad para su uso común. ¿Cuántas veces podemos escuchar en la calle palabras como liderazgo, triunfo, éxito, perdedor (o su anglicismo looser), crisis, terrorismo, utilidad?
Víctor Klemperer sobrevivió al Holocausto gracias a los mismos prejuicios de sus enemigos. Estaba casado con una mujer alemana (como él) considerada por los nazis como ‘aria’. Por este motivo LTI fue dedicado a ella. Transcribo las palabras de dicha dedicatoria, pues demuestran el amor, la inteligencia y la valentía que el autor imprimió a su obra:
A mi esposa Eve Klemperer
Hace veinte años, querida Eva, te escribí ante la dedicatoria de una colección de ensayos que no podía hablarse de dedicatoria en el sentido de un regalo mío para ti, por ser tú la copropietaria de mis libros, fruto todos ellos de una comunidad espiritual de bienes. Sigue siendo así hasta el día de hoy. En este caso, sin embargo, la situación es algo diferente que en mis publicaciones anteriores; esta vez tengo mucho menos derecho a dedicarte nada y estoy, al mismo tiempo, incomparablemente más obligado a hacerlo que en aquella época de paz en que nos dedicábamos a la filología, pues sin ti este libro hoy no existiría, como tampoco existiría hace tiempo su autor. Se necesitarían muchísimas e íntimas páginas para explicar los pormenores. Recibe, en cambio, la reflexión general del filólogo y pedagogo escrita en las páginas iniciales de estos apuntes. Tú sabes, y hasta un ciego debería percibirlo con su bastón, en quién pienso cuando hablo de heroísmo.
Dresde, Navidad de 1946
Víctor Klemperer