jueves, 26 de febrero de 2009

LTI La lengua del Tercer Reich, un libro tristemente actual

Las palabras son mucho más que simples sonidos o líneas en un papel, son el reflejo de nuestras ideas y sentimientos. Las palabras las aprendemos por imitación, una silla lleva el nombre de silla porque así nos lo enseñaron. Cada objeto tiene un nombre y ese nombre nos remite a una idea. Entonces miremos hacia atrás, a los años de entreguerras y veamos a los pequeños niños alemanes escuchando a sus padres decir ‘ladrón’ cuando se referían a un judío. O en la actualidad cuando los judíos les inculcan la palabra ‘terrorista’ cuando ven un musulmán.

El lenguaje es más que sangre”, escribió el filósofo alemán Franz Rosenzweig. Y esta idea es lo que llevó al filólogo judío Víctor Klemperer a escribir su libro LTI La lengua del Tercer Reich, Apuntes de un filólogo (Ed. Minúscula, 2001).

Desde el momento de la ascensión al poder del partido Nazi, con Adolf Hitler a la cabeza, Klemperer aguzó el oído y leyó con voracidad aquellos libros que le permitían, la gran mayoría cargados de lo que él denominó LTI (Lingua Tertii Imperii). El filólogo se dio cuenta que era a través de la manipulación de las palabras como Hitler, y en especial su Ministro de Propaganda Goebbels, lograron convencer a todo un país de ser el centro del mundo y de llevarlos a una guerra para confirmarlo, al mismo tiempo que alimentaban un antisemitismo que hasta el día de hoy otros pueblos siguen pagando.

Klemperer nos muestra a través de anécdotas, pasajes y lecturas las palabras más mencionadas por el Tercer Reich (y por el pueblo que las repetía sin reflexionar sobre las mismas) como heroísmo, fanatismo, eterno, séquito, clan, entre muchas otras unidas a diversas ideas que fueron conformando la teoría (y la práctica) del nazismo.

Pero el autor no sólo se detiene en las palabras. Sino que también destaca la pobreza de ideas, las entonaciones irónicas o comúnmente cursis de sus discursos. Analiza el lenguaje corporal de Hitler, así como su tono de voz y, por supuesto, la multitud de prejuicios de Mi lucha y que llevó a la vida diaria de Alemania.

El gran valor del libro de Klemperer está en su rabiosa actualidad. Porque durante su lectura nos encontramos con que algunas palabras han sobrevivido según la idea de los nazis (Klemperer demuestra cómo el Sionismo ha utilizado muchas de ellas para justificar el Estado Judío). Pero peor aún es darnos cuenta que existen nuevos Goebbels que inyectan sus términos a la sociedad para su uso común. ¿Cuántas veces podemos escuchar en la calle palabras como liderazgo, triunfo, éxito, perdedor (o su anglicismo looser), crisis, terrorismo, utilidad?

Víctor Klemperer sobrevivió al Holocausto gracias a los mismos prejuicios de sus enemigos. Estaba casado con una mujer alemana (como él) considerada por los nazis como ‘aria’. Por este motivo LTI fue dedicado a ella. Transcribo las palabras de dicha dedicatoria, pues demuestran el amor, la inteligencia y la valentía que el autor imprimió a su obra:

A mi esposa Eve Klemperer

Hace veinte años, querida Eva, te escribí ante la dedicatoria de una colección de ensayos que no podía hablarse de dedicatoria en el sentido de un regalo mío para ti, por ser tú la copropietaria de mis libros, fruto todos ellos de una comunidad espiritual de bienes. Sigue siendo así hasta el día de hoy. En este caso, sin embargo, la situación es algo diferente que en mis publicaciones anteriores; esta vez tengo mucho menos derecho a dedicarte nada y estoy, al mismo tiempo, incomparablemente más obligado a hacerlo que en aquella época de paz en que nos dedicábamos a la filología, pues sin ti este libro hoy no existiría, como tampoco existiría hace tiempo su autor. Se necesitarían muchísimas e íntimas páginas para explicar los pormenores. Recibe, en cambio, la reflexión general del filólogo y pedagogo escrita en las páginas iniciales de estos apuntes. Tú sabes, y hasta un ciego debería percibirlo con su bastón, en quién pienso cuando hablo de heroísmo.

Dresde, Navidad de 1946
Víctor Klemperer

viernes, 6 de febrero de 2009

Dos mundos

Como cada mañana, Amelia se levanta antes de que salga el sol para caminar decenas de kilómetros para ir a la escuela. Recorre su camino con la misma ilusión de todos los días. A miles de kilómetros de distancia un ejecutivo ve cómo la Bolsa se derrumba y con ella el mundo que él ha ayudado a construir.

Entre ambas personas existe un abismo en cuanto a la percepción del mundo en el que viven. Sin darse cuenta la niña observa que lo que le rodea, al igual que ella todos los días, se mueve y se transforma a cada paso de camino a la escuela, lo que le da una esperanza de que un día su ruta será distinta. El ejecutivo, por su parte, ha vivido la dicha de un mundo que le redituado importantes beneficios económicos, los que considera la causa de sus mayores alegrías. Es decir, vive en un mundo casi perfecto.

La historia ha revelado que el mundo ha cambiado a base de procesos, no de modelos. La crisis económica actual lo ha demostrado en toda su dimensión. El politólogo Francis Fukuyama afirmó que con la caída del Muro de Berlín, la historia de la humanidad llegaba a su fin y se implantaba por siempre el liberalismo económico. Hoy es evidente que estaba equivocado.

En este sentido, el periodista Lluis Foix, en su blog de La Vanguardia, afirma que al capitalismo “no lo ha derribado nadie. Ha caído por su propio peso porque no se han observado las reglas y porque el principal objetivo era el beneficio sin pensar en la sociedad ni en el equilibrio social”.

Año con año, el Foro Económico de Davos se había convertido en el paradigma de la defensa del neoliberalismo. De él surgían las nuevas ideas para continuar con un modelo que se ha colapsado. En su versión del 2009, además de la ausencia de varios presidentes, también escasearon las propuestas.

Para el político Miquel Roca, en su columna del periódico La Vanguardia del pasado 3 de febrero, dice que “sería realmente positivo que los analistas de un éxito que nunca llegó, en vez de profetizar sobre el fracaso que no previeron, declararan simplemente que se equivocaron. Esto les daría grandeza y, lo que es más importante, un margen de credibilidad”.

De algún modo, los asistentes en Davos cambiaron de tono durante el evento en comparación con años anteriores. Se acabó la época de hablar sólo de beneficios y empezaron a destacar las palabras dignidad, generosidad y solidaridad.

El cambio en el discurso del foro de Davos es plausible, sin embargo, lo que el mundo necesita en estos momentos son ideas y propuestas. Lo mismo piden los fundadores del Foro Social Mundial, que cumple su noveno año de vida, los cuales no niegan que el último foro realizado en la ciudad brasileña de Belem, se convirtió en un festejo del fin del neoliberalismo, pero que sobre todo fue, nuevamente, un semillero de ideas que deben ser tomadas en cuenta, pues están convencidos de que ese ideal de que “otro mundo es posible” ha pasado a convertirse en una necesidad.

Miquel Roca es de la misma idea, pues afirma que “necesitamos ideas positivas e ilusionantes. Con la crisis no termina el mundo; Davos quizá sí, pero el mundo no. Olvidemos los dimes y diretes, los chascarrillos y la picaresca. ¡Que vuelvan las ideas!”.

Es cierto, tal vez la crisis económica actual es una de las mayores oportunidades para cambiar el mundo. Si una parte de él calla impotente ante su propia creación, es el momento de escuchar nuevas ideas que den lugar a respuestas prácticas. Es decir, que tal vez el nuevo concepto de utopía es, ahora sí, llevarla a cabo.

El mundo se transforma a partir de procesos, porque el mundo está habitado y manejado por seres humanos y, por lo tanto, un sistema o un modelo económico tenderán a desaparecer por la misma capacidad irrenunciable de las personas a equivocarse. Amelia lo sabe, porque su mundo no es ideal, pero sabe que su esfuerzo la encamina y le permite colaborar en la mejora del mismo. Y el ejecutivo hoy se da cuenta de que nada es para siempre y que sus conocimientos y su esfuerzo será necesario para crear otra vez riqueza... y repartirla.
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Autor: carlos lópez-aguirre. Publicado en http://www.educacionsinfronteras.org/ con el título “Davos, el reflejo de dos mundos”. Febrero, 2009