viernes, 1 de mayo de 2009

La belleza y la miseria

Para mi familia y amigos en el México de la influenza.
Año MMIX d. C.

México es un país especial. No lo digo porque sea la tierra donde nací, sino porque después de varios años de conocerla, estoy convencido de que no hay otro lugar en el mundo donde se conjuguen, en absoluta armonía, la belleza y la miseria.

Pero no hablo sólo de la belleza estética, ni me refiero en particular a la miseria económica, sino a esos conceptos abstractos que incluyen, dentro de sí mismos, las acciones concretas de los seres humanos. En este caso, nosotros los mexicanos.

Ser un país latinoamericano significa ser un país de contradicciones. Hijos de la soberbia y la violación (hijos de la chingada diría Octavio Paz) nos ha convertido en países en busca de una identidad que no acabamos de definir.

En esta búsqueda permanente de nosotros mismos, en México hemos sido capaces de independizarnos de la mano de un general español después de que miles e indígenas consiguieran su conquista. Dejamos que un dictador perdiera más de la mitad del país, pero le rogamos una y otra vez que volviera para 'salvar' la patria. Fusilamos a un príncipe europeo a favor de la república liberal pero desde siempre nos hemos considerado por definición como católicos y guadalupanos. Hicimos una revolución para acabar con una dictadura y con la desigualdad social y acabamos en otra dictadura (perfecta diría Vargas Llosa, tal vez porque era lo que él mismo pretendía en el Perú) y sin ninguna posibilidad en el horizonte de alcanzar la igualdad. Morimos en Tlatelolco, admiramos al ‘Che’ Guevara y a Salvador Allende, pero nos entregamos al neoliberalismo y a sus autores antes de permitir que la izquierda ascendiera al poder por primera vez en su historia. Rescatamos a vivos y recogimos a nuestros muertos entre las ruinas de la capital en la mitad de los ochenta y luego cortamos cabezas y lanzamos granadas a la multitud en Morelia en el Siglo XXI. Llenamos plazas para ver al Papa y también a Marcos. Vivimos la mayor pandemia del último siglo y mantenemos la calma.

Cinco siglos de belleza y de miseria se definen en un solo nombre, México.

carlos lópez-aguirre
Barcelona (durante la última lluvia de primavera), 30 de abril de 2009

1 comentario:

Ál dijo...

Definitivamente, siempre he estado de acuerdo con Andre Breton en que somos un pueblo surrealista...y deja mantener la calma, esto se ha convertido en todo un cachondeo de chistes jajaja... Aunque es la primera pandemia del siglo, tampoco es que este tan grave, hay mas histeria que otra cosa.