
Sus relatos delataban su humildad. Escribía de forma sencilla y directa, directamente al corazón de cada lector. Sus novelas, siempre pequeñas, contaban con esa fórmula clásica de sorprendernos en las últimas páginas, con esas vueltas de tuerca que sólo un gran narrador puede crear.
Le gustaba el fútbol, tomarse un café en el centro de Montevideo y ser uno de esos escritores silenciosos pero de sonrisa eterna, de esos que saben que las letras nos dan la paz, pero al mismo tiempo son capaces de tumbar imperios.
En lo personal, hay una estrofa de uno de sus poemas que me marcó para siempre, porque con ella era capaz de demostrarme que una sonrisa sincera o el equilibrio perdurable era el mayor símbolo de rebeldía frente a los sistemas y los modelos que nos oprimen y nos constriñen el alma:
Te quiero en mi paraíso;
es decir que en mi país
la gente vive feliz
aunque no tenga permiso.
Y al final, el 17 de mayo de 2009 nos dimos cuenta que Benedetti nunca congeló júbilo, ni quiso con desgana y nunca se quedó inmóvil, al borde del camino. Mario Benedetti nunca quiso salvarse, por eso siempre se quedará con nosotros.
2 comentarios:
"Y al final, el 17 de mayo de 2009 nos dimos cuenta que Benedetti nunca congeló júbilo, ni quiso con desgana y nunca se quedó inmóvil, al borde del camino. Mario Benedetti nunca quiso salvarse, por eso siempre se quedará con nosotros. "
Te sacaste un 10 con esa frase. Cierto, no quiso salvarse y vivio feliz. Sin duda su obra perdurara por mucho tiempo.
Esta semana han muerto, además del poeta uruguayo, un cantor colombiano (Rafael Escalona) y un músico español (Antonio Vega).
¡Qué buena rumba hay en el cielo!
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