martes, 2 de junio de 2009

Las miserias de Oxford

El periodista y novelista francés León Daudet escribió que “los poetas son hombres que han conservado sus ojos de niño”. Pues las últimas noticias venidas de las islas británicas indican lo contrario.

El 27 de mayo pasado varios periódicos hacían eco de la noticia, de la cual no dudo que Roberto Bolaño hubiera hecho una extensa novela: la escritora Ruth Padel (descendiente directa de Charles Darwin) y el poeta, premio Nobel de Literatura, Derek Walcott, se disputaban la prestigiosa cátedra de poesía de la Universidad de Oxford. Dicho cargo es designado a través del voto de alrededor de 150 mil personas vinculadas a la institución, entre graduados y personal académico.
Un par de semanas antes de la elección, un centenar de académicos recibieron un sobre anónimo que contenía pasajes del libro The Lecherous Professor (El profesor libidinoso), en el cual se recuerda las denuncias contra Walcott por acoso sexual en la década de los ochenta cuando era profesor de la Universidad de Harvard. Las acusaciones derivaron en la renuncia del poeta a sus clases, pero no impidieron que ganara el Premio Nóbel de Literatura en 1992.

Harto de que su pasado lo persiguiera, Walcott renunció a su candidatura a la cátedra de poesía de Oxford, dejando el camino libre a Padel, quien tomó posesión de su cargo días después, convirtiéndose en la primera mujer de la historia en ocuparlo. Pero el gusto le duró poco.

Desde el principio se sospechó que Padel había sido la autora de los anónimos. Durante el festival literario de Hay-on Wye, ante la aparición de varias pruebas que la inculpaban, la poeta confesó sus fechorías, aunque se justificó argumentando que todo lo había hecho para proteger a sus alumnos. Por supuesto, renunció al cargo. Por su parte, Derek Walcott ha afirmado que no piensa optar por el puesto.

Rabindranath Tagore decía que “la poesía es el eco de la melodía del universo en el corazón de los humanos”. En el caso de Ruth Padel parece que no fue ni tan siquiera un zumbido. No conozco la obra de la poeta, pero sé que a partir de ahora será más recordada por su actuación a lo Lady Macbeth que por sus estrofas. Al buscar alguna de sus poesías en la red, me encontré con la repetición de la misma noticia por parte de todos los diarios y revistas digitales. De su literatura, nada.

Tal vez lo mejor que pudo haberle pasado a Padel es ser originaria de un país como Inglaterra, donde se puede sacar mucho jugo a este tipo casos. Seguro ahora aparecerá en los principales canales de televisión para contar su historia a cambio de muchas Libras. Y no dudemos que en un año (o menos) estará a la venta el libro de esta fabulosa novela que ella misma se inventó en la realidad. Aunque después de conocer de lo que es capaz, no sería raro que ya varios políticos le hayan echado el ojo como asesora.

La historia de la literatura está llena de egos, ambiciones y traiciones. Curiosamente nada de esto tiene que ver propiamente con la literatura, sino con lo que le rodea. Son muchos los autores que con el tiempo pierden contacto con las letras para dejarse llevar por los caminos de la fama, la adulación, el dinero y, por supuesto, el poder. Ruth Padel es sólo un ejemplo. Prefirió perder sus ojos de niña, esos que atribuye Daudet a los poetas, por un sillón en el que nunca se volverá a sentar.

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