viernes, 7 de noviembre de 2008

El precio de la noticia

El 11 de marzo de 2004 Madrid sufrió uno de los mayores atentados de su historia. En aquel momento, la versión Web del diario español El País permitía el acceso a sus noticias sólo a sus suscriptores, sin embargo, ante la gravedad de los acontecimientos, el periódico decidió abrir sus páginas a todos los lectores. Poco tiempo después los directivos de la publicación eliminaron los candados y dejaron que todos los internautas navegaran con total libertad.

El periódico REFORMA de la Ciudad de México, uno de los más importantes e influyentes del país, cuenta en la actualidad con un sistema de cobro para ingresar a sus noticias. El pasado 4 de noviembre de 2008 el Secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, falleció al caer su avión sobre una zona residencial de la Ciudad de México. En el suceso murieron 14 personas y decenas más quedaron heridas.

La importancia de la noticia ameritaba un tratamiento diferente a un día cualquiera, no obstante, el periódico mexicano no cambió un ápice su estrategia comercial. En ningún momento permitió acceder a los lectores, que no son sus clientes, a las diferentes noticias que se publicaban en tiempo real, ni a ninguna otra de aquel día.

En los últimos años del siglo pasado el internet se convirtió en el mayor medio de comunicación a nivel global, con permiso de la televisión. Fue entonces cuando los diarios vieron en la nueva tecnología a un aliado, pero también a un enemigo. Un aliado porque les daba la oportunidad de competir con la inmediatez de la televisión. Un enemigo porque había la posibilidad de que ellos mismos terminaran con el medio en papel. Este miedo motivó a los grandes periódicos del mundo a cobrar por leer sus contenidos en internet. Le Monde, El País, The Washington Post y finalmente REFORMA fueron algunos de los que se sumaron a esta estrategia.

Varias fueron las razones por las cuales estos diarios volvieron a abrir sus páginas en la red a todos los internautas. Por ejemplo, en el caso de Le Monde se debió a una profunda reestructuración a todos los niveles y que culminó en sólo cobrar por ediciones o contenidos especiales. El País, después del 11 de marzo, decidió dar otros incentivos a sus suscriptores. Y así, paulatinamente, a mediados de la primera década del Siglo XXI todos los periódicos ya habían abierto sus contenidos en la red, a excepción de REFORMA.

Más allá de las diferentes razones que pudieron tener los diarios para dejar de cobrar por ver sus contenidos, esa decisión demostró una doble confianza: en los lectores y en el diario en sí. Comprendieron que el internet era un medio tan distinto como lo es la radio de la televisión, y que contaba con unas características específicas que les permitía presentar en diversas formas la información que ya estaba contenida en el papel. El internet era un complemento del periódico en papel, el cual sigue siendo la piedra donde se sostienen todos los diarios más importantes del mundo, sin importar si caen las ventas. Los periódicos saben que siempre habrá lectores, llámenlos tradicionales o clásicos, que siempre volverán a una esquina a comprar el periódico. O llegarán sucesos extraordinarios que aumenten las ventas, como por ejemplo las filas en Estados Unidos por comprar el diario con la portada del triunfo de Barak Obama en las elecciones presidenciales.

México es un país de pocos lectores. Puede ser una razón, pero no tiene el peso suficiente para que REFORMA no haya abierto sus páginas el día de la muerte de Mouriño, o que dos días después del hecho hayan dado libre acceso al video con el discurso del Presidente Felipe Calderón ensalzando las cualidades del Secretario fallecido, pero había que pagar para ver otro donde se presentaban las grabaciones de la caja negra. Periodísticamente el segundo era de mayor interés que el primero.

De cualquier forma no se entiende cómo REFORMA sigue una política que en estos momentos podemos llamar anticuada. Puede ser que desea mantener sólo lectores de una cierta posición socioeconómica, aquellos que pueden pagar una suscripción, pero esta razón implicaría un olvido absoluto de los principios sociales del periodismo.

Tal vez en un tiempo no muy lejano REFORMA vuelva a tener la confianza en sí mismo, como la tuvo en sus inicios y que lo catapultaron como uno de los principales diarios de América Latina. Pero al día de hoy sus noticias (en internet) todavía tienen un precio.

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